El dia a dia y la experiencia del voluntariado en RCH




























Todos los días, sea lectivo o no, los niños se levantan a las seis de la mañana. Se desperezan, se lavan la cara y se toman un té. No se visten porque se levantan con la misma ropa del día anterior puesta. Por lo visto, es culturalmente poco común utilizar pijama y mucha gente se acuesta con la misma ropa que ha llevado durante todo el día.

De siete a ocho viene un profesor particular. Se trata de un chico joven que está terminando la carrera de profesor. Sin embargo, muchos de ellos ya están metidos en el aula que tienen en la casa antes de que sea la hora de la clase y se quedan en el aula hasta después de que el profesor se haya ido. En el aula hacen deberes, estudian, y cuando no, el profesor les pone ejercicios o algo que estudiar, aunque también juegan y se divierten hablando entre ellos. El ambiente de la clase es relajado pero a la vez les estimula a trabajar duro con sus estudios. A las ocho y media se comen un plato de arroz con legumbres, que es el plato tradicional, dhal bat, que se come todos los días, mañana y noche. Al terminar los voluntarios ayudamos a vestirse el uniforme del colegio a los más pequeños mientras los mayores recogen el comedor, friegan los platos y limpian el suelo. Mientras los pequeños ya están esperando en la puerta, los mayores se arreglan rápido y sobre las nueve o nueve y cuarto salimos todos juntos caminando hacia el colegio. Los más pequeños se cogen de la mano de los voluntarios. Tardamos unos quince minutos en llegar al colegio, porque los pequeños son lentos andando. En la entrada les despedimos con un beso o un choca los cinco y entran contentos al colegio. Otra cosa que les hace falta son buenos chubasqueros, para ir al colegio los días que llueve, porque aunque compraron uno para cada uno, varios de los pequeños los han perdido y es difícil andar con ellos con el paraguas sin que se mojen.

A las tres recogemos a los tres más pequeños, Anjali, Bibek y Bikast. Cuando llegan a casa se quitan el uniforme y se ponen algo de ropa cómoda. A veces te piden que les duches, porque les encanta y se lo pasan pipa con el agua. Luego juegan tranquilos entre ellos hasta que vienen el resto de niños a las cuatro. A veces vamos a buscarlos las voluntarias y otras no, porque no es tan necesario debido a que los niños mayores se encargan de los pequeños y los llevan de la mano. Cuando llegan reciben un cuenquito con arroz seco, como una especie de muesli, con un poco de té o caldo para ablandarlo.

De cinco a seis vuelven a tener clase con el profesor particular en casa, para hacer los deberes y estudiar. El resto del tiempo de la tarde los pequeños juegan y los mayores realizan alguna tarea doméstica, juegan a algo o simplemente comparten el tiempo hablando. A menudo se meten en el aula nada más terminar de comer o permanecen en el aula hasta la hora de cenar. A las siete y media reciben de nuevo dhal bat. Algunos días a las nueve se sientan todos alrededor de la tele a ver un programa de parodia con personajes del nepal tradicional que les encanta. Sobre las nueve y media los más pequeños se quedan dormidos y el resto, poco a poco se va acostando hasta que a las diez o diez y pico ya no queda nadie despierto en la casa.

La verdad es que los voluntarios no son indispensables para que los niños hagan su día a día porque son muy autónomos, y los mayores se encargan de los pequeños. Pero partiendo de que sobreviven sin tu ayuda, los voluntarios pueden hacer que el día a día sea más fácil simplemente estando ahí como apoyo para cuando lo necesitan, con pequeños gestos, y estimulándoles por conocer personas de culturas distintas con ideas distintas y habilidades diferentes (baile, fotografía, manualidades,…) que los niños van absorbiendo. Y sin duda la ilusión de los voluntarios aporta alegría a sus vidas y les proporciona afecto, atención y ternura que se muestran deseosos de recibir incluso los niños que parece que no lo necesitan.

Pero sin duda lo que los niños aportan a las personas que vienen de voluntariado es mucho más. Todos los voluntarios que he visto durante mi estancia se han despedido diciendo lo mismo, que ellos han recibido mucho más de lo que han dado. Hablan de la experiencia de sentir su calor y también de que se aprende mucho, no importa la edad que se tenga. Resulta una lección inestimable ver como después de un pasado muy difícil estas pequeñas criaturas luchan su día a día con coraje y desprenden tanta alegría y amor, aprovechando la oportunidad que le ha dado la vida, que no es la mejor pero sin duda harán de ella lo mejor. Esto hace que pienses que cualquier mínima ayuda vale la pena porque son capaces de hacer un mundo con poco que les de la vida.

las voluntarias cosiendo botones y agujeros de la ropa de los ninios

Mar, voluntaria espaniola, consolando a Bibek


El aula de la casa donde los ninios pasan muchas horas esudiando y jugando



Las voluntarias esperando a que los mas mayores terminen de vestirse para acompaniar a los ninios al colegio todos juntos




Amy, voluntaria inglesa, acompaniando de vuelta a casa del cole a los mas pequenios



Los ninios comiendo dhal bat en el suelo
Algunos de los pequenios jugando en la sala de juegos que llaman biblioteca

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Design in CSS by TemplateWorld and sponsored by SmashingMagazine
Blogger Template created by Deluxe Templates