A la izq: Amy a la izq con miniSudip y yo con Bikast, al fondo Jule con Indreni.
A la dch: Asha en frente y Rashmi detras, subidas a una de las ventanas de la casa abandonada.
Como hacía tanta calor quisimos llevar a los niños a la piscina, pero resulta muy caro porque hay que pagar el taxi y la entrada a la piscina de los 21 niños. Además, habría que llevarlos en dos tandas, unos un día y otros otro día, porque no saben nadar y es muy complicado vigilar a tantos. Como alternativa nos propusieron que les lleváramos un día de picnic. Pero hubo un mal entendido que hizo que mientras nosotras estábamos esperando a que ellos organizaran el picnic, ellos estaban esperando que lo organizaramos nosotras, de forma que al final ese día se hizo muy tarde y los niños se quedaron sin piscina y sin picnic. Les llevamos al parque en compensación, pero se notaba que estaban decepcionados y sin ganas de jugar. Así que al día siguiente nos levantamos pronto para ir a comprar, preparar sándwiches e irnos con los niños de picnic. Resulta que para llegar al lugar de picnic tenías que hacer una hora de trekking entre hierbajos y algunas subidas importantes. Todo ello con el fuerte sol sobre nosotros y 21 niños pequeños, los más pequeños de los cuales había que llevar en brazos. No es fácil mantener el equilibrio y subir cansados desniveles con un pequeño en brazos.
Cuando por fin llegamos a la cumbre del monte, teníamos unas vistas preciosas de la ciudad y el lago. El lugar para hacer el picnic era simplemente una casa en ruinas, donde los niños disfrutaron durante rato a escalar por las ventanas y colgarse de las vigas. Cuando se cansaron de jugar les repartimos los sándwiches y una banana a cada uno. La banana estaba incomestible pues no sabíamos que había que comprarla advirtiendo que era para comerla ese día y estaba demasiado verde por dentro. Después de comer, jugaron un poco más a tirarse por un desnivel un poco peligroso. No tardaron mucho en cansarse y querer volver a casa. Bajamos dando un rodeo y paseando por los campos siguiendo un riachuelo antes de ir para casa. Los niños iban recogiendo flores y jugando con el agua.
Desde luego, visto lo que significa para ellos un picnic, el sentido de peligrosidad con los niños aquí es muy diferente. A la vuelta descubrimos que Buddhi se había torcido el tobillo, lo cual no me extrañó nada. Pero a pesar de todo lo pasaron muy bien y disfrutamos mucho de hacer una pequeña excursión por un día.
Cuando por fin llegamos a la cumbre del monte, teníamos unas vistas preciosas de la ciudad y el lago. El lugar para hacer el picnic era simplemente una casa en ruinas, donde los niños disfrutaron durante rato a escalar por las ventanas y colgarse de las vigas. Cuando se cansaron de jugar les repartimos los sándwiches y una banana a cada uno. La banana estaba incomestible pues no sabíamos que había que comprarla advirtiendo que era para comerla ese día y estaba demasiado verde por dentro. Después de comer, jugaron un poco más a tirarse por un desnivel un poco peligroso. No tardaron mucho en cansarse y querer volver a casa. Bajamos dando un rodeo y paseando por los campos siguiendo un riachuelo antes de ir para casa. Los niños iban recogiendo flores y jugando con el agua.
Desde luego, visto lo que significa para ellos un picnic, el sentido de peligrosidad con los niños aquí es muy diferente. A la vuelta descubrimos que Buddhi se había torcido el tobillo, lo cual no me extrañó nada. Pero a pesar de todo lo pasaron muy bien y disfrutamos mucho de hacer una pequeña excursión por un día.
Vistas desde el lugar del picnic
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